El ciclo menstrual es una de las diferencias fisiológicas que existen entre hombres y mujeres y, actualmente, muchos autores e investigadores han empezado a estudiar si realmente estas fluctuaciones de hormonas afectan realmente al entrenamiento y, por tanto, al rendimiento.
¿Qué es el ciclo menstrual?
Existe un patrón predecible y definido de cambios hormonales a lo largo del ciclo menstrual, el cual hace referencia a los cambios regulares que se producen en los órganos reproductores femeninos bajo la influencia de las hormonas del sistema endocrino durante un periodo de 28 días divididos en dos fases: folicular y lútea.
La fase folicular comienza el primer día de la menstruación y dura un promedio de nueve días. Los niveles de estrógeno, secretados por las células que rodean este folículo aumentan lentamente, lo que induce la secreción de la hormona luteinizante hipofisaria (LH). A medida que aumentan los niveles de estrógeno, se secreta una oleada de LH, y aproximadamente un día después ocurre la ovulación. Esto marca el comienzo de la fase ovulatoria, que dura aproximadamente cinco días.
Unos días después de que el folículo haya liberado el óvulo, se transforma en el cuerpo lúteo secretor de progesterona, lo que provoca la fase lútea, que normalmente dura catorce días. La progesterona actúa para soportar el endometrio hasta que el embrión pueda crear la placenta, que asumirá esta función. Al final de la fase lútea, la secreción de progesterona del cuerpo lúteo cesa, el endometrio ya no se apoya y desaparece como sangrado menstrual y el ciclo vuelve a comenzar.
Por lo tanto, las tres fases del ciclo se diferencian entre sí por las relaciones de niveles de estrógeno y progesterona:
- Los niveles bajos de estrógeno y progesterona están presentes durante la fase folicular. 2. Los niveles altos de estrógeno y bajos de progesterona están presentes durante la fase ovulatoria.
- Los niveles altos de estrógeno y progesterona están presentes durante la fase lútea.
Pero…¿esto influye realmente en el entrenamiento?
Numerosos autores asumen que las condiciones para el crecimiento del músculo y para la reparación del tejido muscular difieren en las diferentes fases del ciclo, por lo que una planificación que tenga en cuenta dichas fases podría ser más efectiva.
El efecto potencial de las hormonas sexuales y el ciclo menstrual en la fuerza y el daño muscular ha sido un área de gran interés y controversia durante muchos años; sin embargo, un patrón claro está empezando a emerger.
En general, la generación de fuerza máxima aumenta a lo largo de la fase folicular y, después de la ovulación, la capacidad de generar fuerza disminuye entre un 8% y 23% hasta regresar a los niveles foliculares tempranos justo antes de la menstruación. (*)
Por otro lado, un factor clave a tener en cuenta en el entrenamiento de fuerza es el daño muscular que produce el entrenamiento. Las variaciones hormonales del ciclo menstrual hacen que el músculo sea más propenso a dañarse en momentos concretos.
Estudios recientes afirman que las mayores concentraciones de estrógeno se relacionan con menores concentraciones de CK, indicador de daño muscular. A su vez, el estrógeno acelera la reparación del musculo, y facilita la recuperación muscular post ejercicio y la hipertrofia debido a la mejora de la activación y proliferación de las células satélites de los músculos.
En conclusión, los cambios rítmicos de las hormonas reproductoras femeninas, con todos sus posibles efectos en el tejido muscular y las observaciones en el comportamiento del metabolismo, llevan a las siguientes consideraciones:
- Las condiciones para el crecimiento y reparación muscular son mejores en la fase folicular que en la fase lútea.
- Por lo tanto, se debe favorecer una periodización basada por los procedimientos del ciclo ovulatorio: mientras que la intensidad o el volumen del entrenamiento deben reducirse en la fase lútea, deben potenciarse en la fase folicular.
*(Explicación del por qué) Este aumento de la capacidad de generación de fuerza puede ser el resultado de una mayor excitabilidad del tracto corticoespinal, y la disminución en la fuerza máxima después de la ovulación puede corresponder al aumento en la descarga de la unidad motora a niveles de fuerza más bajos. Todo ello sugiere que los valores de fuerza máxima pueden ser menores en la fase lútea debido a que la descarga máxima de la unidad motora es insuficiente para generar el mismo nivel de fuerza obtenido en la fase folicular.
PROFESORA: Claudia Fernández Cobo