El arte de hacer la mochila

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¿Tienes en mente realizar una travesía, pero no sabes qué llevarte ni cómo meterlo en tu mochila?

Lo primero que se debe tener en cuenta es que, durante una travesía, cada gramo de peso cuenta, por lo que hay que llevar lo estrictamente necesario y además, que el material sea lo más ligero posible.

Una vez hemos seleccionado qué es lo que nos vamos a llevar, es muy importante repartir bien el peso dentro de la mochila y ajustarla a las medidas antropométricas de cada individuo, evitando molestias y sobrecargar la columna vertebral.

¿Cómo repartir el peso de forma óptima en el interior de la mochila?

A la hora de repartir el peso dentro de la mochila hay que tener en cuenta principalmente dos cosas: evitar daños en la columna vertebral y tener fácil acceso al material que se utiliza frecuentemente.

 Entonces, ¿cómo metemos las cosas dentro de la mochila? Coloca al fondo el material de dormir (saco) y los objetos más pesados (infiernillo, tienda, comida…) lo más próximos a la espalda posible. Alrededor de toda esa zona, cubriendo lo que ya hemos metido, colocaremos material más ligero como puede ser la ropa. Aquellos objetos que usemos con frecuencia (mapas, brújula, navaja, frontal, crema de sol, gafas…) los meteremos en los bolsillos superiores o laterales para tenerlos más a mano. También es útil tener fácil acceso a un impermeable y un forro polar por si la meteorología cambia en mitad de la marcha, poder protegernos de las inclemencias sin necesidad de deshacer toda la mochila.

Es importante que ningún objeto de los que hemos metido resulte molesto al entrar en contacto con nuestra espalda, de ser así, habría que volver a distribuir la carga.

Las mochilas de gran capacidad suelen tener unas tiras laterales cuyo objetivo es comprimir la carga dentro de la mochila y hacer que abulte menos y pueda pegarse más a nuestra espalda.

Si no hemos distribuido el peso correctamente y resulta que hay un exceso de éste en la parte superior o exterior de la mochila, hará que ésta se mueva de un lado a otro provocando posibles pérdidas de equilibrio.

 Una vez tenemos llena la mochila, ¿cómo la ajustamos a nuestra espalda?

Antes de nada, hay que tener en cuenta, que las mochilas tienen talla y por lo tanto habría que comprar la que mejor se ajuste a las características antropométricas de cada persona. Existen también mochilas multitalla con elementos móviles en la espalda para poder regularla y ajustarla. Lo que va a determinar qué talla tenemos que usar, es la distancia que hay entre nuestros hombros y nuestra zona lumbar.

Lo primero que hay que ajustar es la distancia entre la zona lumbar y las tiras de los hombros. Con todas las tiras y correas aflojadas, nos pondremos la mochila en la espalda. Abrocharemos el arnés lumbar de tal forma que abrace a los huesos ilíacos y lo apretaremos para que quede ajustado. El siguiente paso es ajustar las tiras de los hombros tirando de las correas hasta que éstas queden bien pegadas al cuerpo. Una vez tenemos colocada la mochila, deberemos tirar de los tensores de carga para conseguir que la mochila esté lo más pegada posible al cuerpo, haciendo que la mochila y la persona sean una única pieza y evitar así desestabilizaciones.

 El peso de la mochila quedará repartido de tal forma que el cinturón lumbar soporte el 75-80% de la carga y las tiras de los hombros el 20-25%.

PROFESOR: Miguel Alonso

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